¿Cómo puedo echarlo? Tal vez metiendo cosas. Pero el vacío acabará por devorarlas. Tiene mucha hambre. Si le arrojo un pensamiento ajeno, se lo tomará para cenar. Si le lanzo un poema, lo atrapará de inmediato con sus afilados dientes y lo masticará hasta que desaparezca.
Lo bueno del vacío es que no ensucia demasiado mi territorio mental, más bien al contrario, lo limpia. En eso debo estarle agradecido, porque hay otros inquilinos, como la alegría o el miedo, que destrozan el mobiliario cuando aparecen.
2 comentarios:
Mi mente se ha particionado como los minipisos de la ministra y dentro de ellos habitan multitud de inquilinos. Desgraciadamente a veces no se llevan bien lo que me lleva a experimentar numerosas jaquecas.
http://ladivisiondelplacer.blogspot.com/
Ojalá el vacío se instalará en mi mente
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