lunes, 13 de agosto de 2007

la luz

En raras ocasiones al terminar un buen libro, ver una película fascinante, o presenciar algo deslumbrante (un paisaje imposible, una mente brillante, una belleza insoportable), me invade la extraña sensación de estar desperdiciando el tiempo, de fracasar en el intento de exprimir la esencia de la vida.

Es una luz cegadora, una atracción insoportable, el brillo del genio, como escuchar una música hipnótica que arrastra y embriaga, es sentir que la vida puede ser mucho más y el pasado es ciego, que se acaba de abrir una puerta tras la que todo puede ser nuevo, más libre, donde hay más aire para respirar.

En ese momento no hay dudas, y el único miedo que existe es dejar de mirar hacia la luz y perder ese tiempo mágico, especial, el momento de lucidez en el que no caben sombras ni temores. En el que vivir parece sencillo por un segundo, y todo es posible.

Como todo fuego que brilla con extrema intensidad, arde rápido, quema, deja huella, pero se desvanece, dejando el mundo en la penumbra. Y hace frío.

Bien merece una vida seguir a ese faro errático y caprichoso, persiguiendo la luz cegadora en el oscuro mar del tiempo.

3 comentarios:

Petita dijo...

Dicen...que quien ha contemplado la belleza...se vuelve bello para siempre... :)

Petita dijo...

Pero claro, también dicen que la belleza está en el ojo del observador...Y se me crea la duda, pues ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?

Anónimo dijo...

¿Alguna de las puertas del pasillo esconde los encantos de 2046?